Cantina Tour · Cuernavaca

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Nada más para que algunos lectores se acuerden, les vamos a decir cómo eran los “bebederos” de hace unas décadas.

En la calle de Matamoros, muy cerca de lo que hasta hace casi un año fuera la sede de la Cámara de Diputados, se ubicaron lugares de reunión muy populares, como “El Satélite”, “Mi Oficina” y los billares “La Línea de Fuego”.

Don Clemente, despachaba en “El Satélite”, y en “Mi Oficina”, el mero efectivo era don Jesús Salgado, mejor conocido como Don Chucho.

Algunos cuernavacos, cuentan que, por aquellos años, el caldo de camarón de “El Satélite” y las tostadas de pata, estaban para chuparse los dedos. Otros, afirman que en “Mi Oficina”, estaba mejor la botana. Como siempre, en gustos se rompen géneros, como dice el dicho.

Más al norte, también sobre la calle de Matamoros, la cantina “La Estrella”, que todavía funciona, y que es la única que todavía tiene licencia de cantina. En la actualidad, los negocios de este tipo, son ubicados como restaurante bar.

Ya que andamos caminando por Matamoros, no estaría por demás recordar que en la esquina con Arista, estuvo la cantina “La Torre”, atendida por Agustín Sanmiguel.

Y en la esquina de Matamoros y Leandro Valle, justo frente a donde antaño se ubicaba el Monumento a los Niños Héroes, el tan renombrado Bar Danubio. Hasta el recién fallecido chef  Anthony Bourdain, estuvo “tomándose unas” en este lugar.

Dicen que, hasta la fecha, la botana en este lugar, están “para chuparse los dedos”. Hace unos años, fueron dignos de comentario sus pescados dorados y los enmascarados, aparte de los tacos de chicharrón.

Entre No Reelección y Matamoros, en Arista, el siempre concurrido “Bar Caleta”. También botana surtida y cervezas bien frías. Se le recuerda como “un buen sitio de recreo”.

Respecto a los billares “La Línea de Fuego”, en Matamoros casi esquina con Arteaga, allí gustaba de disfrutar “sus tiros” el desaparecido locutor Guillermo Vergara y Alonso, quien también se echaba unas frías entre pecho y espalda.

También, para unos buenos tragos, el bar del desaparecido Hotel Palacio. Ahora, ese histórico inmueble, se ha convertido en lugar de venta de horribles trapos.

Y, caminando un poco más por esta banqueta dando vuelta de Arteaga rumbo a Comonfort, nos topábamos con el famoso Bar Jarrito, de los hermanos Federico y Toño López.

Cliente asiduo del Bar Jarrito, el licenciado Teodoro Lavín González, quien fue rector de la Universidad de Morelos y procurador de justicia de la entidad. También algunos locutores de antaño, como Pepe Vázquez, gustaban de refrescarse en El Jarrito.

En el centro de esta capital, el entonces inigualable Bar Cuernavaca, en donde el capitán Manuel Alegría pintó un pequeño mural, en el que retrató a los más asiduos concurrentes. Todavía funciona el “Cuernavaca”, de la familia Aramburu.

¿Se acuerdan que por el lado de Matamoros vendían unos pollos rostizados y unas totas súper buenas? Bueno, pues del lado de No Reelección, podía verse el mural del Capitán Alegría.

Y en la Plazuela del Zacate, estuvo la cantina “Los Faroles”, a fines de la década de los sesentas. Clientazos de este lugar, eran los trabajadores de Teléfonos de México, que todavía está en la calle de Hidalgo, a media cuadra de esta plazuela.

Claro que faltan algunos “abrevaderos” de antaño, pero se terminó el espacio.