Aquel 11 de septiembre de 1971…

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POR: CARLOS O. MORALES

Han pasado 50 años, y los recuerdos de aquel lluvioso mes siguen en mi memoria como si los hubiese vivido ayer. Aquella fría mañana éramos cinco chamacos entre los 14 y los 17 años, teníamos en la mochila de la vida sueños, metas por cumplir y sobre todo las ganas de vivir a tope, en la cafetería de la esquina habían pegado un poster con la leyenda “Festival de Rock y Ruedas Avandaro”.

Conseguimos reunir 1500 pesos, suficientes para pedir permiso, en el caso del que escribe, pidió el permiso con miedo pensando que me sería negado, pero mi hermano Gonzalo el mayor dijo sí. Salí de la casa con la sonrisa que creo ha sido la mejor en toda mi vida.

Hugo, Víctor, Arturo, el mugres y yo, reunimos un kilo de jamón, un kilo de queso de puerco, 20 bolillos, una mayonesa, una lata de chiles en conserva, frijoles refritos, unos 200 gramos de mariguana, tres latas de Flexo Z10, bolsas de plástico, chamarras para el frio, gorras, y zapatos para la ocasión, todo lo suficiente para tomar al medio día, en la avenida Constituyentes por el panteón de Dolores el “guajolojet”, un destartalado camión que habría de llegar a las inmediaciones de la laguna de Valle de Bravo alrededor de las cinco de la tarde.

Dos poblaciones antes del lugar del concierto, -el sitio elegido originalmente se vio rebasado- ya lucía un enorme hongo de humo. Tuvimos que caminar varios kilómetros entre autos y autobuses que avanzaban con dificultad por el intenso congestionamiento que había para ese entonces en la carretera.

Llegamos justo cuando en el escenario un grupo, para nosotros en ese tiempo desconocido, interpretaban la Rock Opera de Tommy de los WHO, ahí, en ese momento con la alegría de nuestros años, hicimos el primer “toque y rol”, de una de las bolsas de papel de estraza del pan, se cortó un pedazo de la misma para hacer un “churro” de unos 25 centímetros, para darle tres “chupetes” y rolarlo a la derecha, todos en lo suyo, y nosotros en lo nuestro, tocaron después, La Sociedad Anónima, la fachada de piedra y otros.

La mañana del 10 septiembre, nos jalamos al lago, y ahí, habríamos de perder la bolsa del jamón, el queso, los frijoles y los chiles, menos la sana diversión que se había quedado en otra bolsa, de los males el menor.

Los grupos desfilaron, uno tras otro, pero el hambre hacia estragos, no solo en los cinco que íbamos, -todos trabajadores de las florerías del Panteón Francés de San Joaquín-, sino en miles que como nosotros querían comer lo que fuera. Un pueblo más atrás del sitio del festival, contaba con una tortillería, y la cola para comprar era superior a los cien en la fila, al llegar el turno, solo nos vendieron dos tortillas por persona, jajajajajajajaja y éramos súper tragones.

La lluvia hizo estragos en todos, pese a ello, seguimos todo el festival bailando bajo la lluvia, y finalmente el domingo 11, Three Souls in my Mind tocaría desde las siete u ocho de la mañana, y como una hora o dos después abandonaría el escenario por supuestas fallas en el sonido y con ello, aunado a la cancelación de la carrera de autos, tuvimos que iniciar el retorno, nunca escuchamos a Love Army y otros grupos anunciados, lo que si nos tocó fue ver a la chavita que se encueró.

Avanzar por la carretera cuesta arriba y buscar la forma de regresar fue una hazaña, aun y cuando por el sonido anunciaron autobuses gratis por parte del entonces presidente Luis Echeverría, al menos algo bueno hizo después del reciente 10 de junio de ese inolvidable año de 1971.

Mucho se ha escrito del Festival de Avándaro, desde ese 11 de septiembre a la fecha, nadie de las televisoras oficiales, de las privadas, de periódicos y revistas han dejado de escribir. Hoy, tenemos una cronología oficial que narra todo lo sucedido, se dan nombres de los López Negrete, de Luis del Llano, de Jacobo Zabludozky, y tantos que mi recuerdo pudiera no tener interés, pero así lo viví y así lo cuento.

De los recuerdos que no se borrarán jamás está el haber llegado a la taquería de la esquina de Legaria y el Hospital Infantil de zona, haberme comido 29 tacos, tres vasos de agua y los pies llenos de ampollas…