Una inglesa en Cuernavaca: Rosa King, propietaria del Hotel Bellavista y su Tempestad sobre México

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En la actualidad, todavía hay quien se sorprende con las historias ligadas al edificio Bellavista, ubicado en centro histórico de Cuernavaca, frente al llamado Jardín Juárez. Este viejo inmueble ha sido sede, en su época contemporánea, de una discoteca, un banco, un hospital y aloja hoy al más destacado negocio de tacos acorazados: Tacos Mary. No hay otros tacos iguales ni mejores, decimos los paisanos, después de probar ese delicioso preparado de arroz, tortilla de maíz, carne de cerdo en carnitas, bañado con chiles jalapeños en escabeche con trocitos de papa.

Esto es, digamos, en la vida contemporánea. Pero en la parte histórica, muchos desconocen que hace cien años se vivieron en ese mismo sitio momentos muy importantes para el movimiento revolucionario en la ciudad y a nivel nacional, cuyo registro se lo debemos a la inglesa Rosa Eleanor King, sin duda una de las mujeres más destacadas de esa y todas las épocas en el estado de Morelos.

King quiso más a Cuernavaca que muchas mujeres nativas de esta ciudad: Llegó  en 1905 a este paradisíaco lugar y desde entonces su vida estuvo ligada al Hotel Bellavista.

Conoció de cerca a la sociedad pudiente de  la época, inició negocios en esta ciudad y decidió comprar el Hotel Bellavista, donde se alojaban cualquier cantidad de personajes que huían (como lo siguen haciendo) del bullicio de la Ciudad de México, mamonamente llamada hoy CDMX.

Destaca su relación como amiga y anfitriona de Pablo Escandón, Francisco I. Madero, Victoriano  Huerta y Felipe Ángeles.

Es ella quien descubre que los productos de barro producidos en el Salto de San Antón tienen mucho aprecio entre los visitantes extranjeros y emprende un negocio alterno para la comercialización de estas vasijas.

Es ella quien describe todo lo ocurrido en la época revolucionaria  y, 30 años después, termina su libro Tempestad sobre México, así:  “Suspiro… un suspiro que se dirige no a los nubarrones del pasado, sino un suspiro de contento por los cielos luminosos del futuro, en los días, en los años, en los siglos, que están todavía por venir para Cuernavaca”.

Mujer ejemplar, sin duda.