TN/REDACCIÓN
Jasmín Cacheux es una de las mujeres escritoras cuya formación profesional se ha dado en instituciones morelenses. Recientemente presentó en Cuernavaca, Morelos, su libro Creaturas cotidianas. Poesía reunida 1998-2018. Su novela “Martha, una carta”, fue ganadora del premio Dolores Castro. Además, realizó la exposición fotográfica “Geografía y Escalas: Balada a Esperanza,” primera exposición en solitario, en octubre pasado.
¿Qué tan difícil es publicar, para una escritora joven, como tú?
Publicar no es difícil; publicar, en términos de ser leída, es decir en una revista o editorial que tenga su propia audiencia creada, es difícil, porque en general, existe mucho talento entonces, lo que yo he aprendido es que no se trata sólo de publicar tu obra, sino de que sea leída.
Tu eres escritora profesional con estudios en Morelos ¿Qué puedes decir de esas instituciones en las que te formaste?
En mi caso, considero que las personas son también instituciones. Estoy orgullosa de haber contado con tutores como el doctor Fernando Saucedo Lastra, la doctora Eliana Albala y la doctora Ethel Krauze, por mencionar a algunos de quienes han sembrado en mí curiosidad, respeto y líneas de investigación literaria. Por otro lado, considero que el hoy Colegio de Morelos, tiene el enorme reto de unificar a sus egresados con sus actuales estudiantes y no es difícil imaginar que lo conseguirán.
¿Qué representa para ti tu más reciente trabajo literario, ganador de un premio de novela?
¿Qué significa…? Más allá de un significado como tal, “Martha: una carta”, le da sentido a mi trabajo narrativo y a una construcción ideológica que he venido acuñando desde hace ya unos años, sobre la maternidad disidente y la figura femenina más allá de los estereotipos. Evidentemente, el reconocimiento recibido a la escritura de la novela, le da sentido a lo que actualmente escribo.
¿Es tu primer libro publicado?
Como novela, sí. Como obra literaria, no. Antes ya había publicado dos libros de poesía: Rocío de Mar (2014) y Creaturas Cotidianas (2018)
¿Cuánto tiempo invertiste en este proyecto?
Un año de escritura y correcciones, otro más de más correcciones y el resto del tiempo para decidirme a dejar a un lado las negativas que recibí sobre el trabajo escrito.
Dijeron que escribía literatura panfletaria. Hoy es un premio nacional de novela.
¿Cuál ha sido la peor crítica a tu trabajo?
Esta pregunta me encanta. La peor crítica ocurrió en la época universitaria, me señalaron que escribía literatura panfletaria. Antes de buscar la definición, me sentí pésimo, entre más acentuaban que era terrible, más quería desaparecer, luego busqué la definición por todos lados y lo que encontré me hizo reír mucho. Otra crítica que recuerdo como terrible en su momento fue aquella que decía que “me faltaba mucho” para escribir narrativa, cuando pregunté qué era ese “mucho”, me dijeron: “talento… experiencia… esas cosas que no creo que tendrás algún día.” Lo creí… pero sólo por ese momento.
¿Y la mejor?
La mejor llegó con la toma de conciencia, porque sólo así he podido dilucidar una de otra. Ha sido muy reciente, precisamente sobre dos libros del mismo año: Creaturas Cotidianas (poesía) y esta novela que hablamos. De la poesía dijeron que estaba hecha desde la entraña, poemas que se hacen creaturas y toman forma y sonido. De la novela, aludieron al género epistolar en que está escrita, al no vínculo del que hablo entre madre e hija, a la propia historia y al lenguaje. Ya con eso, me siento más que satisfecha, porque creo y considero que eso es poner atención a la lectura de la misma.
¿En qué proyecto literario trabajas actualmente?
Trabajo en una nueva historia, una novela. Una historia de familia. Y trabajo en la puesta en escena y montaje de mi obra de teatro: “Nuestra Casa”
¿Cómo defines tú el oficio de escritor?
Así, como un oficio, un día con día, un hábito, un acto de disciplina y constancia; pero también a la vieja usanza, como una necesidad casi física por poner en palabras la realidad o realidades que navegan entre mi mente y mi pecho.
¿Y el de fotógrafa?
Como escribir con luz, poner en imagen lo que no he podido expresar a través de la poesía, la narrativa o la dramaturgia. Comencé a hacer fotografía cuando sentía que mi mente no conseguía describir lo que veía, pero lo que veía, me gritaba que lo capturara… o eso me parecía.
Ahora trabajo en un proyecto que desea reunir a mujeres quienes me permitan fotografiar sus cicatrices y que quieran contarme la historia. Hay algo interesante en cada cicatriz, es una historia. A veces de una batalla, a veces de una guerra.