Pinta, pinta mucho, pinta desde niña: Gabriela Íñiguez

Incansable, Gaby ha pintado más de nueve mil cuadros de muy diversas dimensiones y más de mil esculturas.

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2022
Gabriela Íñiguez

POR: JOSE ARENAS MERINO

Gaby, como le dicen quienes la conocen –y admiran- es prueba viva de que los genes son determinantes en la vida y destino de las personas: su estirpe es de artistas, no sólo plásticos, sino literatos y músicos. Es una artista que no sólo recibió el don del arte, sino que lo heredó a su prole: Paloma Segarra, su hija, es cantante de ópera, actualmente residente en España.


Gabriela comenzó sus primeros trazos ¡a los tres años! y ya no se detuvo: acuarela, oleo, pastel, gouache, acrílico. Al paso de los años, con los conocimientos adquiridos en diversas instituciones y con distintos maestros, incursionó en escuelas que llegó a dominar: impresionismo, híper y surrealismo, modernismo, cubismo, expresionismo entre otras.


De amateur a profesional, Gaby –Decoradora de Interiores, por decisión paterna-, aprendió de otros maestros en Perugia, Italia, y aquí también, donde obtuvo su licenciatura en Artes Plásticas en el Instituto Botticelli de Cuernavaca. Tiene certificados de diplomados y talleres diversos. Ha expuesto en Brasil, Estados Unidos, Francia y en México en muchas ciudades, tanto individual como colectivamente. Imparte clases para que otros puedan desarrollar su talento y manifestarse con los pinceles.


Mientras conversamos y tomamos café, muestra parte de su obra en fotografías, además de tres piezas de un tríptico que sumará a dos más para formar un mural con motivos prehispánicos. Y ahí surge la pregunta: ¿por qué pintar temas prehispánicos? Gabriela señala entonces con el índice a Jorge, su marido, Jorge Segarra –sí, hermano del famoso Pepe- y aclara que él es un experto conocedor de las culturas precolombinas, en especial la Maya y la Tolteca, por lo que de sus enseñanzas ella encontró una rica veta que ha venido explorando y aprendiendo más y más, al punto que para darle un “porqué” a su obra, decidió escribir un libro para explicar lo que el espectador ve, es decir, los antecedentes del cuadro o de los cuadros, pues la composición en muchos casos consta de varias partes, como el tríptico citado.


Desde su llegada a Cuernavaca junto con su familia, venidos aquí para refugiarse luego del macrosusto que les provocó los terremotos de septiembre de 1985, Gaby fue formando una numerosa comunidad de pintores y escultores a quienes motivó para trabajar juntos y así se crearon varias organizaciones de especialistas según la técnica mediante la cual se expresan.


Incansable, Gaby ha pintado más de nueve mil cuadros de muy diversas dimensiones y más de mil esculturas. Sus obras se han vendido en galerías dentro y fuera del país y tiene comprometidas muchas más.


Socialmente comprometida, ha destinado mucho de lo obtenido con su obra a apoyar a una asociación civil que atiende a niñas maltratadas.


Gabriela Íñiguez Snyder es un vivo ejemplo de que “no se hurta, se hereda”.