POR: RICARDO MORENO VALENCIA
Definido como un intercambio de preguntas y respuestas entre un entrevistado y un entrevistador, el género periodístico conocido como entrevista parece ser el de mayor recurrencia en estos días en que, se ha dicho en este espacio, nadie está en su lugar: prácticamente todos tienen algo que decir y a todos vale la pena entrevistar.
Un buen entrevistador sería, entonces, quien tenga las mejores preguntas para lograr que el entrevistado diga algo importante, esperanzador, trascendente, relevante, cómico, revelador y de atención urgente para quien se entera de la entrevista.
La discusión no debe estar ahí: la cuestión es si lo que se hace es periodismo o no.
Esto es, que quien se presta a ser una fuente informativa realmente lo sea: así desde una entrevista banquetera a un funcionario o representante social, por ejemplo, hasta ese espacio tan explotado por la prensa contemporánea en México, conocido como la mañanera, de cuyo valor y utilidad cada quien tiene, por cierto, su propio criterio.
En medio de todas estas posibilidades de hacer una entrevista caben tantas opciones como variedad de tonalidades tienen los colores a la simple vista: pareciera no haber manera de contar algo parecido al infinito (y más allá). Y sin embargo, la simpleza de lo periodístico nos permite zanjar en dos grandes divisiones todo el material al alcance de la mano, literalmente. Esa división sólo nos deja dos espacios: es periodístico o no lo es.
El suceso con valor de noticia es aquel que impacta el orden social: Todos lo podemos identificar: por más que las cosas cambien en la época actual y sus desagradables defensores circulen por las calles o el espacio cibernético exigiendo atención, libertad e igualdad; por más que las instituciones cambien y hagan chistes en sus mensajes televisivos; por más que los líderes nacionales o internacionales desciendan al nivel del ciudadano promedio y pisen tierra, bailen, saluden o coman cualquier cosa en público, siempre sabremos lo que es periodístico y lo que no lo es.
La mayoría de las veces, las notas periodísticas tienen su origen en una entrevista con una fuente informativa; esto es, mediante el intercambio de preguntas y respuestas con alguien que, lo quiera o no, despierta el interés de un buen segmento de la sociedad. Ahí digamos que comienza el camino de un buen periodista entrevistador, que de reportear la noticia de manera cotidiana desarrolla cierta agudeza mental para identificar cuál es la nota y se aventura a obtener una fuente informativa que reafirme, aclare o desmienta lo que la intuición del periodista ha creado.
Así, de ejercer un oficio fincado en la redacción de notas periodísticas, el trabajador de los medios puede abordar lo periodístico desde diversos géneros periodísticos, como el reportaje, la crónica o la entrevista, la cual puede ser informativa (donde los puntos de vista del entrevistado no entran) de opinión (donde tienen que estar esos puntos de vista) y de semblanza (donde, apoyado en sus puntos de vista, el entrevistado cuenta su vida).
Así es que las entrevistas no son un género novedoso: siempre han sido la base de información de los medios informativos y cada medio genera espacios para la presentación de trabajos de este tipo. Muchas de las veces, esa acumulación de entrevistas periodísticas da pie a una segunda publicación de estas conversaciones, en forma de libro.
La recomendación es simple: acérquese a su medio de comunicación de preferencia. Usted sabe por qué lo eligió y el medio también. Alrededor de las noticias casi siempre aparece la entrevista, ese género periodístico de gran aprecio por quienes les gusta disfrutar del verdadero periodismo.